jueves, 23 de agosto de 2007

Miradas

Hoy Adela esta sentada de nuevo en la misma cafetería, en la misma cafetería de todos los días, en la misma cafetería con el mismo olor a café y a tabaco. Hoy es un día mas, no es un día especial. Es un día mas de los que se sienta en esa cafetería para verle pasar. Cada tarde a las 4 de la tarde, como una rutina, pasa por delante de las cristaleras, ella para entonces ya tiene pagado el café que ni siquiera se ha bebido y cuando pasa el, ella sale y le sigue.

Pero ese día algo sucede, cuando sale de la cafetería, él no esta. Ha desaparecido y no le encuentra en la calle, a esa hora de calor vacía de gente, es imposible haberle perdido de vista, desesperada comienza a correr en la dirección que él siempre lleva.

Hoy Rafa ha salido de trabajar de la biblioteca a la misma hora de siempre, a las cuatro menos cuarto, en esta época del año, cuando el sol mas apuñala, le gusta ir caminando hacia casa, y poder sentirse solo en la inmensa ciudad. Pero lleva unos días que no se siente solo. Cuando pasa por delante de una cafetería de inmensos ventanales hay unos inmensos ojos grises mirándole, siente como se le acelera el corazón cuando da la vuelta a la esquina y los siente clavados en él. Y después cuando pasa por delante de la cafetería, nota como esos ojos grises que tan dentro le han llegado, le siguen por la calle. Y claro, debido a la poca afluencia de gente por la calle, nota que le siguen hasta el portal de su casa.

Adela esta empezando a desesperar, no puede ser, piensa, no le he podido perder hoy. Cada día cuando Adela sale de trabajar, revive al saber que va a ver al chico de la biblioteca pasar por delante de ella, y que llegara sano a casa por que ella le ha protegido hasta allí. Pero hoy le ha perdido, y le angustia el no verle mas, el que le pase algo. Y sigue buscando desesperadamente.

Hoy Rafa ha decidido conocerla, conocer a la dueña de esos ojos grises que no se puede sacar de la cabeza. Decide que cuando sienta sus ojos en su cuerpo y pase por delante de la cafetería se esconderá para que cuando ella salga, sorprenderla.

Cuando de repente Adela siente que se choca contra algo que no vio debido a su velocidad, todo su cuerpo se estremece sintiéndose por primera vez protegida entre esos brazos que la rodean. Mira a la persona que la protege de su caída y todo lo que hay a su alrededor desaparece.

Cuando Rafa la rodea con sus brazos, siente que la deberá proteger ya para todo su vida, que sus vidas quedaran unidas desde ese momento, y cuando ella gira la cabeza y esos enormes ojos grises le inundan.

Es él, piensa Adela; es ella, piensa Rafa. Sus caras se han quedado a escasos centimetros y se estudian como si fueran el temaria mas maravilloso de un examen. Miran cada lunar, cada peca, la forma de la nariz, y esos ojos, esos ojos que les han llevado a esa situacion, de la cual en ese momento ninguno de los dos son dueños...

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