Adela estaba sola en su habitacion, y tenia ganas de llorar, y por mas que buscaba la razon no la encontraba. Lo tenia todo, unos padres geniales, un hermano maravilloso,un hombre que la habia feliz, amigos, compañeros de trabajo, un trabajo estable pero aun asi ese dia tenia ganas de llorar.
Para olvidarse de esa idea coloca papeles, apuntes de la facultad que ya deberia de archivar y guardar y de repende entre miles de apuntes llenos de numeros y letras aparecen un paquete de cartas atadas con un lazo rojo con pinta de que no lo hayan desatado en mucho tiempo. Y vuelven esas ganas que antes la atormetaban de llorar, parece que todo se pone en su contra para que se le pase ese estado y ahora el destino coloca en sus manos esas cartas.
Habia pensado muchas veces en tirarlas, en borrarlas de su mente y no tener que volver a encontrarlas, pero al segundo esa idea desaparecia de su mente y las guardaba lo mas ocualtas que podia para asi evitar encontrarlas pero siempre salian de sus escondite en sus peores momentos, pero en ese instantes decidio no leerlas y las echo a un lado para proseguir con su tarea e intentar olvidarlas.
Pero segun pasaba los minutos sus ojos se desviaban cada vez con mas frecuencia hacia ellas y las ganas de leerlas y por fin llorar eran mas fuertes.
Fue a la cocina, la cocina de su casa, la casa conseguida con su trabajo y su esfuerzo, se sirvio una copa de vino y decidio leerlas.
Las habia leido un millon de veces y aunque pensaba que se conocia cada palabra siempre que las leia de nuevo encontraba un significado diferente.
Cogio el paquete y con mucho cuidado deshizo el nudo del lazo y abrio la primera carta...."es mejor no darle vueltas al tema"....."nos viene bien no vernos"...."tus ojos son como una poesia"...."no puedo decirte que te ame"...."te quise mas de lo que yo hubiera querido"...
Cuando Adela volvio en si se habia bebido ya tres copas de vino y habia leido todas las cartas. Miro por la ventana y se dio cuenta de que aquella sensacion de necesidad de llorar habia desaparecido y ni una lagrima habia caido por sus mejillas.
Se sorprendio sonriendo, recordando, era la primera vez que no lloraba leyendo aquellas palabras , aquellas que habia leido años atras buscando un apice de esperanza en ellas, y que nunca lo hbai conseguido encontrar.
Ahora todo aquello habia pasado, le queria, si, pero Rafa habia pasado a ser una persona indispensable en su vida pero no de la forma que ella habria querido hacia unos años. Y por primera vez en muchos años no habia sentido dolor al leer esas cartas sino un inmenso cariño por como siempre la habia tratado, por su sinceridad, por su fidelidad y un profundo sentimiento de gratitud por que como cumplio en una de sus cartas nunca la habia abandonado.
Esta vez no triunfo el amor, triunfo la amistad.